El Color de la Montaña

Escrito por María José Gomez
Fotos por
Kate Berry / Thread Caravan


Color tierra,

Color de hoja,

El color de la montaña.

Ahmed lleva tres años tinturando con henna, un tinte natural que proviene del árbol de henna y que crece en el mismo lugar donde él nació, Zagora, en el sureste de Marruecos. Ahmed hoy en día vive cerca de Marrakech y aunque está lejos de su ciudad natal, de alguna forma fue acá donde se reconecto con su territorio, a partir del proceso de la tintura y la materialidad. 

Conocimos a Ahmed en nuestro día de teñido en Marruecos con Thread Caravan. Entre la curiosidad de entender nuevos procesos de teñido, sobre todo con lana y la expectativa de obtener colores nuevos, empezamos el taller de tintura natural de la mano de Ahmed.  Sus ojos se iluminan al hablar del proceso, de la fibra y de la planta.  Con precision y paciencia, Ahmed nos guia por un proceso de extracción de color para tinturar madejas de lana. Empezamos alistando las madejas de lana Siroua, una lana suave, que caracteriza la raza de las ovejas y el cuidado de las mismas. Ya listas las madejas, preparamos el baño de tinte con hojas secas de henna. Entre el olor particular de la planta seca, un olor a tierra que nos recuerda que estamos trabajando con plantas del territorio, por lo que debemos ser cuidadosas y exactas con la cantidad. 

Limón, alumbre, hierro y cobre son los ingredientes principales para modificar el color y alistar la fibra. Mientras se calienta el agua y esperamos que llegue a la temperatura exacta, recorremos el taller.  Ollas grandes, un diario de color que cuelga de las paredes con todos los tonos de color que Ahmed a teñido y que hablan de lo infinito que es este proceso. Pigmentos secos en frascos de vidrio y por supuesto, las alfombras que decoran el lugar. Un taller de sueño.


Con el baño de tinte ya listo y extrayendo el color de las hojas secas, el agua ahora parece roja- terracota e introducimos las primeras madejas. La lana toma un color entre café y naranja que con el tiempo se va intensificando. Luego hacemos los cambios de tonos, cambiando el pH del baño de tinte con cobre y hierro y acá es donde aparece la mafia de la tintura natural. Los tonos ahora son verdes, naranjas más oscuros y amarillos, logrando una paleta de color que combina con el paisaje. 


Después de unas horas experimentando y entendiendo el color, colgamos las madejas para que se secaran en la sombra y al verlas todas juntas, era maravilloso ver las tonalidades de la henna expuesta en la lana. 

Con mucha paciencia, terminamos el día de tintura, entendiendo que el amor que Ahmed tiene por los tintes es lo que hace que sea tan preciso y constante. Guarda un diario de color, en donde tiene muestras de lana que tiñe casi todos los dias para tener un registro de los cambios de pH del agua y traducir en color la vida de la planta. Un ejercicio que sin duda adoptaré en mi práctica como tintorera. 

Marruecos es del color que se tiñeron estas lanas. Color de montañas y de hojas secas de henna. Me voy convencida de que en cada territorio que se visita, las plantas traducen en color, la cotidianidad que habita en los paisajes. 

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